Poner un cazo mediano a fuego medio y añadir la fruta descongelada y el agua.
Calentar la fruta, removiendo de vez en cuando, hasta que empiece a licuarse, unos 10 minutos.
Deje que la fruta rompa a hervir y continúe haciéndolo hasta que empiece a deshacerse y adquiera una consistencia salseada, unos cinco minutos. Si es necesario, aplaste la fruta con cuidado con un tenedor o un machacador hasta que tenga la consistencia deseada.
Añada las semillas de chía y el zumo de limón. Deje que se cocine durante un minuto más. Remover de nuevo, retirar del fuego y dejar reposar hasta que espese, unos 10 minutos. Si la mermelada parece poco espesa, añada una o dos cucharaditas más de semillas de chía, remueva y deje reposar otros 10 minutos, pero tenga en cuenta que la mermelada seguirá espesando a medida que se enfríe.
Para guardarla, colóquela en un tarro de mermelada hermético o en otro recipiente, y consérvela en el frigorífico hasta dos semanas. La mermelada también puede congelarse hasta dos meses.
Sirve:
Unte 1 cucharada de mermelada en cada uno de los crostinos
Las semillas de chía se obtienen de la planta Salvia Hispanica, un tipo de salvia de la familia de la menta. Las semillas tienen un alto contenido en ácidos grasos omega-3 y fibra dietética.
Cultivadas en México y Sudamérica, se dice que las semillas de chía fueron utilizadas por las culturas maya, azteca e inca. Chía es la palabra maya que significa fuerza. Se conoce como "alimento para correr", consumido por muchos guerreros para mantener su fuerza y considerado un alimento mega energético.